Tricontinentale. Roger Faligot. Quand Che Guevara, Ben Barka, Cabral, Castro et Ho Chi Minh, preparaient la revolution mondial (1964-1968)
En la primera mitad de la década de los años sesenta, el sueño permanente de la revolución universal parecía posible. La revolución cubana se había convertido en el acontecimiento más importante para los países aún colonizados; para los que acababan de obtener una independencia precaria;y para aquellos que bajo una independencia mediatizada de repente comenzaron a creer en la posibilidad de repetición del ejemplo cubano. En qué consistía ese ejemplo es algo que comunistas, revolucionarios e izquierdas, periodistas, y analistas, no se pusieron de acuerdo en las décadas siguientes, y sobre lo que aún hoy día, con el interés por Cuba ya muy erosionado, probablemente no lograran aún coincidir. Lo que parece indiscutible es que en Cuba, uno de los países más prósperos del Caribe y de América Latina en 1959, pero con una prosperidad muy desigualmente repartida, un grupo de hombres alzados en armas, que en el mejor de los momentos nunca fueron más de 1.500 o 2000, que en el inicio de la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista habían quedado reducidos a una veintena, había logrado poner en fuga al Dictador y conseguido la rendición de un ejército regular de más de 60.000 hombres, equipados con todo lo que suele equipar a un ejército regular.
En la primera mitad de la década de los años sesenta, el sueño permanente de la revolución universal parecía posible. La revolución cubana se había convertido en el acontecimiento más importante para los países aún colonizados; para los que acababan de obtener una independencia precaria;y para aquellos que bajo una independencia mediatizada de repente comenzaron a creer en la posibilidad de repetición del ejemplo cubano. En qué consistía ese ejemplo es algo que comunistas, revolucionarios e izquierdas, periodistas, y analistas, no se pusieron de acuerdo en las décadas siguientes, y sobre lo que aún hoy día, con el interés por Cuba ya muy erosionado, probablemente no lograran aún coincidir. Lo que parece indiscutible es que en Cuba, uno de los países más prósperos del Caribe y de América Latina en 1959, pero con una prosperidad muy desigualmente repartida, un grupo de hombres alzados en armas, que en el mejor de los momentos nunca fueron más de 1.500 o 2000, que en el inicio de la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista habían quedado reducidos a una veintena, había logrado poner en fuga al Dictador y conseguido la rendición de un ejército regular de más de 60.000 hombres, equipados con todo lo que suele equipar a un ejército regular.
Prácticamente todas las medidas revolucionarias, aquellas sobre las cuales apoyó durante las décadas siguientes su reputación la revolución cubana, reforma agraria, reforma urbana, reforma de la educación y de la sanidad, y otras, habían sido adoptadas en los dos primeros años, 1959 y 1960, de revolución. Con independencia de los numerosos estudios que con posterioridad se han escrito sobre si Fidel y sus principales comandantes eran comunistas o no, sobre cuando comienza el enfrentamiento con Estados Unidos y el consiguiente acercamiento a la entonces URSS, es un hecho que ambas evoluciones venían impuestas por los hechos desde finales de 1959. Las nacionalizaciones de las propiedades Norteamericanas impediría el entendimiento con Estados Unidos; y la amenaza que desde el primer año de revolución se cernía sobre Cuba, no dejaba otra opción que la colaboración de Castro y Guevara con el único país que podía garantizar la supervivencia de la revolución cubana. Los primeros militares y asesores soviéticos, en esos primeros momentos oficiales republicanos formados en las academias militares de la URSS, llegaron a Cuba a finales de 1959 y principios de 1960. La historia posterior es bien conocida y tiene su punto de no retorno en la Invasión de Playa Girón o bahía de Cochinos primero, y la crisis nuclear de Octubre de 1962 entre Estados Unidos y Cuba poco después.
El sueño de Che Guevara y de Fidel Castro, y de los grandes nombres de la revolución principalmente africana y asiática, que movilizó a los revolucionarios del mundo en la década de los sesenta, consistía en la creación de numerosos frentes simultáneos principalmente contra Estados Unidos. Entre 1963 y 1968 Cuba, y los países que la secundaron, se movilizaron en torno a la puesta en pie de una Conferencia Tricontinental, el instrumento que suponían que les permitiría movilizar al resto de aliados en torno a esa idea de revolución mundial y simultánea. A poner en claro los esfuerzos que tuvieron que realizar los fundadores de la idea, las resistencias que debieron vencer, las polémicas internas que necesitaron ser apaciguadas, el periodista Roger Faligot le ha dedicado seiscientas páginas en lo que a mi modo de ver es el compendio más apabullante de datos y pormenores que hasta ahora se ha escrito sobre aquellos esfuerzos que culminaron en enero de 1966 con la celebración en La Habana de la primera Conferencia Tricontinental. El libro resultado del trabajo de Faligot, lo acaba de publicar la editorial francesa La Decouverte.
El sueño de Che Guevara y de Fidel Castro, y de los grandes nombres de la revolución principalmente africana y asiática, que movilizó a los revolucionarios del mundo en la década de los sesenta, consistía en la creación de numerosos frentes simultáneos principalmente contra Estados Unidos. Entre 1963 y 1968 Cuba, y los países que la secundaron, se movilizaron en torno a la puesta en pie de una Conferencia Tricontinental, el instrumento que suponían que les permitiría movilizar al resto de aliados en torno a esa idea de revolución mundial y simultánea. A poner en claro los esfuerzos que tuvieron que realizar los fundadores de la idea, las resistencias que debieron vencer, las polémicas internas que necesitaron ser apaciguadas, el periodista Roger Faligot le ha dedicado seiscientas páginas en lo que a mi modo de ver es el compendio más apabullante de datos y pormenores que hasta ahora se ha escrito sobre aquellos esfuerzos que culminaron en enero de 1966 con la celebración en La Habana de la primera Conferencia Tricontinental. El libro resultado del trabajo de Faligot, lo acaba de publicar la editorial francesa La Decouverte.
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