Presos políticos y familias que se reúnen
Domingo del Pino. El País 2 enero 1979
El primero de enero de 1959 el ejército rebelde, encabezado por Fidel Castro y Camilo Cienfuegos, entraba en La Habana mientras Che Guevara liquidaba los últimos reductos de resistencia. Pocas horas antes, Fulgencio Batista, un sargento bravucón llegado a presidente, que solía jactarse de tener siempre «una bala en el directo» de su pistola, huía sorpresivamente con una maleta llena de dólares.Los primeros años, los más duros de la confrontación con Estados Unidos, son al mismo tiempo aquellos en que Cuba sienta las bases de su presente.
La reforma urbana, que benefició a la mayor parte de los cubanos con un 50% de reducción de los alquileres, fue quizá la primera medida popular del régimen junto con la reforma agraria. La campaña de alfabetización que lanzó a los campos a cientos de miles de estudiantes secundarios completó el cuadro de las grandes medidas de esos primeros meses que atrajeron a Cuba grandes simpatías.
Son esos, sin embargo, los únicos años en que una parte de la burguesía cubana, las clases medias, los trabajadores y los cortadores de caña, principal fuerza agrícola, respaldan unánimemente a Fidel Castro y sus rebeldes. La revolución cubana confiaba aún por entonces obtener el apoyo económico y técnico de Estados Unidos.
La expulsión de Cuba de la Organización de Estados Americanos (OEA) en enero de 1962, después de la fracasada invasión de Playa Girón en abril de 1961 y la proclamación de Cuba como país socialista que siguió, terminarían con el enfrentamiento soviético-norteamericano conocido como «crisis de los cohetes» de octubre de 1962, que si bien puso al mundo al borde de una guerra nuclear, confirmó la existencia del «primer país socialista» en América Latina.
Desde 1962 hasta el presente Cuba ha sido testigo de una gran batalla política interna, cientos de miles de cubanos se marcharon del país al exilio, otros tantos solicitaron su salida sin éxito; más de 10.000 personas, según estimaciones de Amnesty International, fueron encarceladas por motivos políticos, a la par que se llevaban a cabo grandes esfuerzos económicos para pasar de un país de azúcar monocultor a una economía diversificada.
Esos esfuerzos, acompañados de un considerable despilfarro humano y financiero, agrava dos por la inexperiencia de los dirigentes y la permanente intromisión en todos los sectores de la economía de Fidel Castro, impusieron al pueblo grandes sacrificios simbolizados en la implantación de la libreta de racionamiento que, aunque con menos rigor, al cabo de veinte años, aún perdura.
A pesar de los precios bajos del azúcar, Cuba se prepara este año a obtener una de las cosechas más altas de toda su historia, superior a los ocho millones de toneladas.
Al cumplirse los veinte años de revolución, Fidel Castro está lejos de poder prometer un nivel general de consumo parecido no ya a los de Europa occidental, sino al de otros países socialistas. La imagen de Cuba en el mundo se ha deteriorado sensiblemente por su alineamiento con la política exterior de la URSS que le ha llevado a enviar soldados contra los guerrilleros eritreos, a concluir su apoyo a los de Omán, y cooperar en un golpe de Estado pro soviético en Yemen del Sur. El año, sin embargo, termina con buenas noticias y 1.500 presos políticos han podido abandonar Cuba, a la par que las familias cubanas divididas podrán al menos visitarse en 1979.
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