Datos tomados del:
Tomo V de Crónica de la Guerra de Cuba 1895-1898
Tomo V de Crónica de la Guerra de Cuba 1895-1898
Rafael Guerrero, Epílogo (Pág. 623):
Nuestro corresponsal de Londres nos remitió a su tiempo un extracto telegráfico de la carta que la Agencia Reuter ha recibido de un súbdito inglés residente en Cuba, que por su alta posición y especiales circunstancias tiene, dice la Agencia, excepcionales condiciones para saber lo que ocurre en la isla.
Como la Agencia Reuter ha dado publicidad a esta carta, que está circulando ahora por la prensa de todos los países, nos parece oportuno dar también a conocer su texto íntegro, pues aunque se refiere por su fecha al estado de Cuba antes del 1.° de Octubre (Nota: de 1897), resulta ser la descripción de la situación de las cosas casi en el momento en que el nuevo Gobierno se ha hecho cargo de la herencia que el partido conservador y el general Weyler le han dejado.
No participamos de algunos de los pesimismos del súbdito inglés; no podemos menos de protestar muy alto contra algunas de sus afirmaciones; pero el conjunto de su carta es descripción tan gráfica, que da una idea clara de la verdadera situación de la isla.
He aquí ahora el relato del inglés:
Habana 1.° de Octubre.
La declaración, conocida aquí por noticias venidas de Europa, de que una gran porción de Cuba ha sido pacificada y que la tranquilidad será restablecida en toda la isla en pocas semanas o meses, es simplemente risible. La situación no puede ser peor. Ni una sola provincia de Cuba está pacificada ni poco ni mucho, ni el estado de las cosas es por ningún concepto mejor que lo era hace dos años. Las cosas, en realidad, están peor, porque los insurrectos están más fuertes, mejor organizados, mejor armados y con más confianza que lo estaban entonces.
Al presente, la misma Habana está prácticamente rodeada por los rebeldes y tan seria es la condición de las tropas españolas, que no bajan de 30.000 los soldados enfermos, solamente en la capital.
Cada día que pasa es una victoria para los rebeldes y supone una pérdida en hombres y dinero para los españoles.
Después de tres años de pelea, los insurrectos se han convertido en soldados aguerridos y disciplinados bajo Máximo Gómez, que ha probado ser hombre de gran capacidad, y el poder de la rebelión se hace mayor cada día.
El resultado de todo esto es, que los insurrectos no quieren oír hablar de autonomía bajo ninguna forma. Su única palabra es independencia.
La situación de la Habana es verdaderamente deplorable. Hace algunas semanas la escasez de vituallas fue tal, que se pagó la carne a dollar por libra. La mayor parte del ganado lo retienen los cubanos en las montañas, y a menos que el gobernador general permita la importación de ganado de los Estados Unidos, libre de derechos, será difícil la alimentación de los habitantes de las ciudades. La salud pública se halla también en condición terrible, y por todas partes se encuentran soldados enfermos. Miss Maude Wilberforce, una enfermera inglesa de la Cruz Roja, está prestando muy buenos servicios en los hospitales.
Entre la colonia inglesa existe gran ansiedad, y el temor de que los rebeldes puedan entrar en la Habana hace insegura la propiedad y paraliza los negocios. Se opina que el Gobierno inglés debería de tomar algunas medidas, ya enviando algún buque de guerra, ya por otros medios, para proteger a los súbditos británicos.
Hace algunas semanas una fuerza de 300 a 400 rebeldes cubanos entraron en un suburbio de la Habana (alude a la sorpresa de Marianao), y por varias horas estuvieron en posesión de las calles. Sus tácticas fueron tales, que la guarnición española en aquel punto, que suma 600 hombres y que a la sazón se hallaban en aquel arrabal, no pudo reunirse y oponer resistencia a los rebeldes. Todo el que puede se refugia en la Habana, dejando los arrabales desiertos. Casas y mobiliarios se abandonan, dejándolos a merced de los españoles y de los cubanos.
Los generales españoles saben perfectamente que la Habana está casi rodeada; pero, a pesar de ello, no hacen nada, ni la menor tentativa se acomete para desalojar de sus posiciones a los insurrectos. Cuando las tropas españolas salen a practicar lo que se llama un reconocimiento, casi invariablemente retornan por la noche a sus cuarteles para racionarse y descansar. Muy recientemente, los rebeldes hicieron fuego sobre un tren en una estación de los suburbios de la Habana, y bajo el fuego de un fortín español. En el término municipal de la Habana fue minado un puente hace pocas semanas, a cuatro pasos de los fuertes de la capital.
Todos convienen que bajo ninguna circunstancia puede España restablecer su autoridad en la Isla. Más de un prominente cubano me ha dicho que la Isla se halla absolutamente arruinada, y que el único camino para la rehabilitación de su crédito está en la protección de una nación fuerte como los Estados Unidos. Pero hay que preguntar si, a pesar de todas sus amenazas, el Gobierno de Washington intenta hacer algo. En tanto España tenga dinero que gastar, la situación actual de las cosas continuará. Si los Estados Unidos esperan hasta que España, por razones financieras, deje el campo (y esto supone algún tiempo), la condición de Cuba llegará a ser, si es posible, todavía más desesperada que ahora
Durante este último año, los rebeldes han mostrado más actividad que nunca. Probablemente la situación de Santa Clara es la peor, porque los insurrectos allí son más fuertes que en ninguna parte.
En Santiago de Cuba se hallan también en bastante fuerza. En lugar de confinar sus operaciones al campo, como hacían antes, los insurrectos penetran ahora en poblaciones importantes y a la vista misma de los españoles toman por fuerza lo que desean.
Gómez, por su parte, ha declarado que su política no es pelear, y de esta idea no se ha separado nunca, a pesar de que, como he dicho antes, los rebeldes han llegado en algunos casos a ser más agresivos. Hablando en general, puede decirse que los españoles poseen las ciudades, pero fuera de éstas, los rebeldes dominan por completo, y aún por los detalles que van expuestos se comprende que la situación puede empeorarse.
El plan (si lo ha tenido) del general Weyler ha sufrido un absoluto y completo fracaso. Se ha enajenado cuantas simpatías pudo algún tiempo haber tenido. Las barbaridades cometidas han sido horribles; la guerra, una de las más crueles conocidas, y la conducta de los españoles con los pacíficos o neutrales ha sido la que podría haberse seguido en el siglo xv. La política del general Weyler ha sido guerra de absoluto exterminio; pero a pesar de los muchos centenares que han perecido, esta política ha sido estéril en sus resultados.
El ejército español está en condición deplorable, y una gran parte de los soldados inhábiles para prestar servicio. Hállanse casi desnudos, y los uniformes que se les destina son completamente impropios para los trabajos de campaña. La mayor parte de los soldados son pobres mozuelos, reclutas sin instrucción militar, que inmediatamente después de su arribo a la Habana han sido despachados para el interior sin instrucción ni preparación militar de ninguna clase. Naturalmente, caen en seguida víctimas del clima, porque es éste y no las balas rebeldes lo que ha puesto fuera de combate la mayor parte del ejército español.
Aunque generalmente se dice que hay al presente 200.000 soldados en Cuba, yo creo que la mitad de esta cifra es el número más correcto que puede darse. Las enfermedades y la guerra han dado cuenta de la otra mitad. En muchos casos no se envía a Madrid la relación de los muertos, especialmente cuando las víctimas caen en las provincias oficialmente supuestas pacificadas. En estos sitios la relación exacta de las bajas nunca se ha dado.
El soldado español es humilde, obediente y dotado de gran sangre fría pero carece de conocimientos del arte de la guerra. En gran número de casos hasta ignora el manejo de las armas; por ejemplo, yo he visto soldados de un regimiento batido, incapaces de ejecutar las evoluciones más elementales.
Hay una diferencia notable en el modo como los españoles y los rebeldes tratan a los prisioneros de guerra. Los españoles fusilan los prisioneros; los insurrectos con raras excepciones los devuelven a la Habana, tratándoles con gran humanidad. Esto parece formar parte del plan de Máximo Gómez. La única excepción que los rebeldes hacen es, cuando los prisioneros son cubanos peleando por la causa de España, o guerrilleros voluntarios, o guardias civiles. Todos los demás prisioneros hechos por los cubanos son dejados en libertad.
No hay duda alguna de que los Estados Unidos son enteramente responsables de la situación actual de las cosas. La rebelión pudo haber sido aplastada desde los tres primeros meses de sus comienzos, a no haber tenido el apoyo moral y material de los norteamericanos. A pesar de esto, la creencia entre todas las clases de la población (y exceptuando naturalmente las tropas españolas), es que la única esperanza para el porvenir de Cuba, descansa en la protección de los Estados Unidos.
Si Cuba llegara a ser independiente, nunca habría confianza ni en su pueblo ni en su gobierno. Sería imposible obtener dinero alguno sobre hipotecas en propiedad cubana. El hecho es que los cubanos mismos ven la imposibilidad de una república cubana sin la asistencia o protectorado de los Estados Unidos.
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